HUMECTANTE


DRINA ROCABADO H.

Llegas de prisa al cajero automático y hay alguien dentro la cabina, parece que es su primera vez porque demora horas en salir, te acomodas a unos cuantos pasos de distancia, dejando espacio para que las personas pasen caminando delante sin tener que bloquear la vereda, tienes prisa, tu jefe tiene una reunión en media hora y espera que su eficiente secretaria este ahí tomando apunte de todo, para colmo te toca un ignorante en maquinas, ¡Que fastidio!

Llega otra persona que se acomoda convenientemente cerca a la puerta del cajero sin tomar en cuenta que tú estás primero en la línea, apoya su pie en la pared, acomoda su brazo en la cintura como en una posición de artista de película y te envía una sonrisa ridícula.

Sin ningún reparo, comienza a mirarte de pies a cabeza, sientes que sus ojos se están paseando sin permiso alguno sobre cada milímetro de tu cuerpo, se fija en tus pies desnudos que están protegidos por unas delicadas sandalias de tacón alto, no disimula su antojadiza mirada al ascender por tus piernas al descubierto, tu falda de corte sastre que es bastante corta impide que se detenga mucho por entre tus piernas; no sabes cómo sacarte de encima a ese mequetrefe, estas totalmente incomoda con su lasciva mirada, te mueves mirando a otro lado, intentado llamar a la oficina, pero el aprovecha para explorarte por la espalda y la curvatura final, te sientes acosada con esos ojos libidinosos que prácticamente te asaltan, el se detiene sin ningún pudor a zambullirse en tu amplio y profundo escote que muestra
mucha piel para los ojos curiosos.

Te sientes incómoda con ese tipo en frente, atinas a sacarte el pinche puntiagudo del moño que le haces notar con tono agresivo arreglándote tu impecable cabellera recogida, que sientes él ha husmeado también. Llevas tu mano a tus lentes como si estuvieras dirigiendo y ampliando la visión al espécimen ese y lo miras seriamente, tratas de poner la cara más desagradable posible, de tal modo que deje de mirarte, darle además el mensaje de que no eres del tipo de mujeres que hace amistades con desconocidos y menos aún en una cola de cajero automático, peor con esa calaña de desubicados.

- No te preocupes tú estás primero, dice él, a las Reinas no se las hace esperar

Te fastidia su forma de hablarte, sin que lo note lo revisas de pies a cabeza, pasando tu scanner visual sobre él, y catalogándolo. Zapatos negros completamente lustrados, pantalón de vestir a cuadros, totalmente fuera de moda, una desprolija corbata, cabellera corta y desaliñada, caspa sobre la camisa, tiene pinta de oficinista, te llama la atención a gritos su camisa descolorida totalmente transpirada en las axilas y de inmediato te repele, imaginariamente te pones un gancho en la nariz. El no deja de mirarte, tu le respondes con una sonrisa irónica y chocante.

Por fin es tu turno para entrar al cajero, y al caminar hacia el cubículo notas como él te devora con la mirada. Tratas de hacer tu operación bancaría lo más rápido posible, porque tienes encima la mirada lujuriosa de ese sujeto que parecería atravesar el vidrio del pequeño espacio en el que te encuentras. Te está observando sin ningún disimulo, lo imaginas antojándose de tus formas.

Sales rápidamente y te lo topas esperándote con una tarjetita en la mano.

- Para cualquier cosa, Corazoncito.
- No; gracias -atinas a decir
- Chau, Mamita -te dice como si nada

Sales disparada de ese lugar con la mirada acechadora del sujeto sobre ti.
Te preguntas ¿Qué se habrá creído? ¿No se dará cuenta lo ridículo que es? ¿A qué tipo de mujeres les gustarán esta clase de hombres? ¿Creerá ese personaje que va a conquistar mujeres de esa forma? ¡¡ Baboso!!

No puedes desalojar de tu cabeza al individuo ese particularmente esa su mirada cazadora como zorro al acecho, esa contemplación a tus formas por demás lasciva; antojadiza, complacida, como si estuviera esperando saltar en cualquier momento sobre su presa y devorarla entre sus fauces.

Mientras caminas, tus pensamientos te llevan hacia atrás nuevamente, al cajero automático, lo imaginas entrando en él torpemente y haciendo un ruido en la boca, juntando los dientes y aspirando el aire, como si estuviera absorbiendo algo: “sssssss”.

Ricura- te dice y se pega bruscamente a ti por la espalda, sientes su boca jadeando en tu oído, de repente su lengua esta paseando por los pliegues de tu oreja, y percibes su aliento a ajo y cebollas del almuerzo de hace horas, seguro que no sabe que existe el hilo dental y el cepillo de dientes. Te toca tus desnudos brazos y sientes sus manos pegajosas y traspiradas humectando tu piel y desalojando tu loción de albaricoque. El sigue y tú estás inmóvil, no quieres ni respirar siquiera. Torpemente baja por tu espalda con los brazos, bruscamente te levanta la falda y de repente, sientes una mano que te esta tocando el hombro, te das la vuelta bruscamente y es el tipejo de nuevo.

- Insisto en que te lleves mi tarjeta, Preciosura

Tomas el cartón, das la vuelta y te vas pensando que nunca se sabe de donde provienen los momentos más intensos. 

1 comentario:

  1. Fascinante texto... mi imaginación voló con cada párrafo.. excelente..
    Hay mas textos de lo autora?

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